Ema se titula el nuevo largometraje del director chileno Pablo Larraín, un cineasta a quien admiro desde que vi su primer trabajo, luego me volvió a atrapar con No, aún no veo Neruda y Jackie no es de mis favoritas, pero Ema es real.
Es la mejor película en lo que va del 2020. Entre tanto desastre, confinamiento, teorías, nuevas formas de vida, de aprendizaje y de entretenimiento, el 1 de mayo tuvimos la oportunidad de ver este trabajo por plataforma streaming y significó un verdadero regalo.
El filme sigue a Ema (Di Girolamo), artista de una compañía de danza experimental, quien se separa de su pareja, Gastón (García Bernal), luego de un terrible incidente por el que deciden abandonar a su hijo adoptivo. En ese contexto, Ema intenta reconstruir su vida.
Motivo perfecto para un cineforo virtual, que pretendo provocar en algún momento, mientras el equipo con quien lo quiero realizar tenga la posibilidad de verla. Yo la compraría y la vería una y otra vez hasta conocerla de memoria, como aveces me gusta el cine.
El fuego que lo quema todo, para que renazca como Ave Fénix, es uno de los elementos esenciales de esta obra completa desde su guion, dirección, musicalización, dirección de arte, diseño de producción y actuaciones memorables.
Recordaba a Catalina Saavedra desde La nana, una cinta chilena de bajo presupuesto que llegó hasta los Globos de Oro en el 2010 y su pequeña intervención en Ema, me marcó de ahora hasta siempre. Esos diálogos tan exactos en un personaje que representa al sistema, a cada servidor público o a su gran mayoría y a la sociedad que lo condena todo.
[...] Yo soy el sistema.
La lucha por un objetivo claro, donde hay que dar el todo por el todo para lograrlo se converge entre la libertad y normalidad de la sexualidad humana, la pasión, los sueños, los orgasmos, el amor y todo lo que emana desde la pasión y el éxtasis de una sociedad re descubriéndose.
Mujeres fuertes, empoderadas y firmes en sus objetivos es uno de los planteamientos de Larraín y del cual quedé totalmente claro.
La actuación de su protagonista es memorable, atrevida, arriesgada; le doy aplausos de pie. García Bernal firme en su propósito, los roles secundarios de Santiago Cabrera y Paola Giannini muy bien casteados y logrados, le dan esa parte de la historia necesaria y urgente, para romper tabúes y empezar a establecer la conformación de las nuevas familias. Giannini está soberbia, la escena del primer encuentro entre Ema y Raquel es épica.
No podemos dejar atrás la banda sonora y el original score, piezas importantísimas, para la construcción de este filme, igual que la dirección de arte, llena elementos que emulan la llama, lo caliente, el fuego, lo que arde. La fotografía entre luces y sombras y colores impactantes, futuristas, le dan a la obra una riqueza visual, así como las puestas en escena de las presentaciones y coreografías de los bailarines, tanto de la institución completa, como de ellas, las protagonistas de esta parte, bailando en la calle música urbana. Es glorioso el momento en que bailan el tema Real.
Cierro con los textos poderosos de García Bernal en su odio al reggaeton y la defensa de ellas ante lo que les vibra, les nutre, les llena, les da las fuerzas.
Una misión que nace del error y la fuerza de voluntad de una joven que se juega el todo por el todo, por una meta, que no duda en ningún instante conseguirá. Se vale de todo, de su poder, su feminidad, se sensualidad y su libre forma de vida. Una idea genial que concibió y la llevó a cabo, solo preguntándose en primera instancia si era o no lo correcto.
Una personaje que nos invita a construir lo nuevo. Ojo, no digo que para ello nos volvamos seres sin escrúpulos, pero que sí luchemos con todas nuestras fuerzas por construir lo que nos apasiona y nos re construye día a día.
Si escuchan de Ema, véanla, es una propuesta impactante y bestial.
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