Un filme crudo y gris, a la par que alucinante, que llena la cabeza de preguntas al espectador, cosa que me fascina de este tipo de cine. Muestra la realidad de la vida misma, muchos mueren intentando superar sus problemas y la persona menos esperada y más interesada gana. Hacía mucho que un metraje no conseguía que escribiera al respecto, pero verdaderamente éste lo amerita. Así pues, expongo mi humilde y nada profesional reseña. 

Como toda buena historia que se precie, parte del amor de dos personas. Sin embargo, termina desembocando en un horrible y cruel desquicio. Aun así, se permite tener tintes de humor. Existen cuatro elementos (dos de ellos escenas) que más recuerdo a la hora de capturar la esencia de esta película, y por ende me parecen las cuatro cosas más brillantes de la misma. 

La primera es la manera que tiene la película para lograr introducir a la sesión de autoayuda a la persona que está viéndola, haciendo vivir al espectador los acontecimientos casi que en primera persona. Nos explica las reglas del juego, nos despierta cierto temor y curiosidad para enseguida meternos de lleno al salón que previamente habíamos visto a Julio preparar.Aquí cabe mencionar el segundo gran acierto del filme: su elección de banda sonora. Las canciones, en especial la que más se repite, encajan muy bien con la narración de la historia y me da la impresión de que a veces suenan demasiado alto, como queriendo advertirle al espectador que algo no está bien, que algo va a pasar, aunque seguramente sea apreciación mía. 

El tercer y cuarto elemento son dos escenas que simplemente me dejaron boquiabierto una vez las pude analizar e interpretar, así que conviene tratarlas por separado:La escena donde los personajes se acuestan en posición fetal y se preparan para “nacer” me generó una sensación extraña. Es como si Julio quisiera verdaderamente sentir, presenciar y guiar el nacimiento de todos y cada uno de ellos; que lo vean como un padre, seguramente más que un padre, un ser de luz que les da las indicaciones para que puedan llegar al mundo que él mismo describe como maravilloso.

Como una bruja que alimenta a los niños que la ven como la madre que nunca tuvieron, para después comérselos vivos. Simplemente escalofriante a la vez que increíble. Nos lleva a preguntarnos: ¿realmente conviene volcar nuestros problemas en otro humano?, ¿puede una persona ayudar a otra sin que en el fondo tenga intereses propios?, ¿existe alguien así o todos los salvadores fingen? 

La otra escena es mi favorita de toda la película y, desde mi punto de vista, es la más bonita y triste. Considero que es la base de la historia, y las preguntas que genera son las que hacen que quiera ver el filme unas cuantas veces más. Se trata de cuando nos muestran al “buen” Julio de verdad. A un Julio ilusionado, feliz, enamorado de Ariella, paseando por la naturaleza.

De esta forma se contrasta con el otro Julio, un psicópata que odia a los trastornados sintiendo que su deber es eliminarlos y que en su propia filosofía debe quitarse la vida al percatarse de que él también es uno. Nos hace preguntarnos: ¿Cómo enloquece un hombre al escuchar a la mujer que ama declarar que su propósito de vida es brindar ayuda sexual a todo el que la necesite? ¿Qué ocurre en la mente de Julio cuando Ariella le confiesa que quiere prostituirse por simple vocación? ¿Quién es el verdadero responsable de los asesinatos? ¿Será que nunca hubo un “buen” Julio? ¿Solamente necesitaba un pequeño empujón? Finalmente, me gustaría mencionar un par de cosas que, si bien no me parecen negativas, de haberse hecho de otra forma, para mí, elevarían el metraje a otro nivel.

Uno podría pensar que la película es demasiado corta y que no le alcanza el tiempo para profundizar en los personajes (que no son pocos). Sin embargo, opino que, prestando la debida atención, sí se pueden llegar a entender los distintos móviles que poseen estas personas con problemas para asistir a las sesiones de Julio. Fui capaz de empatizar con la mayoría e incluso sentir pena con las historias de algunos. Lo que sí me hubiese gustado es profundizar un poco más en el personaje de Julio, dedicarle unos minutos más a contar su historia. Tal vez inclusive mostrar la etapa donde abraza esa macabra filosofía motivado por la decisión de Ariella. No obstante, no me parece mal que dejen al espectador con ganas de más, ya que incitan a usar la imaginación para completar estos pequeños vacíos y crear así un vínculo personal con la historia. 

Lo que sí cambiaría definitivamente es la voz del narrador, no siento que genere el impacto que se desea. A esto sumarle que considero innecesarias algunas de sus aportaciones. A veces, menos es más, y se debe dejar al espectador inferir ciertas cosas.En conclusión, una película diseñada para poner al cerebro a reflexionar, así como para empezar a valorar más el cine independiente ecuatoriano. Me hubiese gustado extenderme más en algunos puntos, quizás agregar unos cuantos más; pero no es plan de hacer una reseña demasiado larga.