La Casa de
Miraflores
El día en que David decidió su muerte, llevaba el corazón y la cruz a cuestas. Se levantó a las 5 de la mañana, para empezar a organizar todo.
Ya hace varias semanas atrás, había concretado con su futuro asesino el
proceso de su muerte, también había hablado con su mejor amiga que vive en Los
Ángeles, para que le ayudara con todo luego del deceso, ella, por supuesto no
estaba de acuerdo con nada de lo programado ni entendía claramente por qué el
hombre que la llenaba de fuerzas se debilitó en el camino y decidió viajar,
pero respetaba su decisión, al fin y al cabo, así había sido la relación entre
ambos, de mucho respeto en todo.
Preparó y dejó las cartas escritas a mano en lugares estratégicos para
que se encontraran con facilidad, los emails listos para que sean enviados por
Karin al siguiente día, en especial unos que preparó para Hernán, donde le
declaraba muchas cosas importantes.
Desayunó y lo primero que hizo fue llevar a su gato Manguito, al sitio
donde se quedaría por el resto de sus días; un hogar que había conseguido con un buen samaritano llamado Marcos, para
que tuviera amiguitos y por supuesto no sintiera su ausencia.
Luego visitó a su madre en el asilo donde sus hermanos habían decidido
que espere su muerte, ya ella no lo reconocía. Le dio el beso más sincero que
nunca dio a nadie, la abrazó y con un gesto maravilloso y lágrimas en los ojos
le dijo sin palabras: “nos vemos más allá”.
Almorzó y recorrió Guayaquil de extremo a extremo, visitó sus
sobrinos, sus 2 hijos y sus 2 hijas, y se resistió a verlo a él.
Llegadas las siete en punto de la noche, cuando ya estaba de regreso
en su hogar de Miraflores, suena el timbre. Se miró al espejo y se dispuso a
abrir la puerta esperando que al hacerlo, del otro lado estuviera su asesino;
un pobre hombre que había contratado para que viniera a matarlo ese día pero no
fue así, era Hernán detrás de la puerta, quien sin dejarlo hablar lo besó y le
dijo: Algo anda mal, hemos pasado casi toda la vida juntos, te conozco desde
que tienes 22 años de edad y yo te llevo 8, sé que algo anda mal. Ahora mismo
recoges tus cosas y vuelves a casa.
Justo en ese momento llega el tan esperado asesino, lo saluda y le
dice que está listo, Hernán, por supuesto, se confunde y no entiende nada, se
llena de rabia y le dice que se vaya, que David no irá a ningún lado, con
nadie.
David, sin poder decir ni una sola palabra ve como muerte
desaparece, nervioso, respira profundo, no puede casi ni caminar. Hernán lo toma
del brazo lo sube al carro y empieza a manejar, David sigue perdido, le pide
que se detenga en una gasolinera, Hernán se detiene, David baja, compra un
galón, lo llena de gasolina toma un taxi y se va. Hernán lo sigue.
David llega a la casa de Miraflores, la empieza a rociar y prende
fuego, Hernán llega minutos después, encuentra a David tumbado llorando y quien
le dice: Gracias por llegar a mi vida a salvarme hace 30 años, tenerme
paciencia y aún seguirme salvando, lo eres todo, no me dejes nunca más, por
favor.
A: BDCC
Por: Jhonny Obando
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